El Inglés, como lo conocemos hoy, no es un idioma puro.
Su creación y desarrollo nace de la necesidad de comunicación de diferentes lenguas en una sola, unificada y simplificada.
Es un idioma con estructura, que, a diferencia del español, está basada en patrones predecibles en forma y tiempo. Al no ser un idioma fonético (en donde lo que se escribe es exactamente lo que se lee), presenta el reto de enseñanza de pronunciación de sonidos.